Notas desde el terreno: En Bolivia, las comunidades locales mantienen sus bosques en pie

Años antes de lo previsto, Bolivia ha alcanzado el ambicioso objetivo de proteger el 30% de su territorio, en gran parte gracias a las comunidades locales y pueblos amazónicos que están acelerando el ritmo y la escala de la conservación en el país.

Las últimas áreas protegidas nacionales de Bolivia se crearon a principios de la década de 2000. Desde entonces, los municipios han dado un paso adelante. En la actualidad, sus tierras representan un tercio de las tierras conservadas en el país. Con el apoyo de Conservación Internacional, dos nuevos municipios del Amazonas se han unido recientemente a este creciente esfuerzo.

"Cuando la gente piensa en conservación tiende a pensar en parques nacionales y otras áreas protegidas creadas por los gobiernos nacionales", dijo el director ejecutivo de Conservación Internacional-Bolivia, Eduardo Forno. "En este caso, poco a poco, los municipios -algunos tan pequeños como de 200 personas- están teniendo un impacto en la Amazonia".

Conservación Internacional ha colaborado con cuatro municipios para crear áreas protegidas que abarcan más de un tercio de sus territorios, incluidas las recientes áreas promulgadas por los municipios de Alto Beni y Teoponte. En total, Conservación Internacional apoyó a los municipios bolivianos a proteger casi 2 millones de hectáreas (5 millones de acres) y se cuenta con planes para apoyar a otros nueve municipios en la creación de áreas protegidas, dijo Forno.

"Esto demuestra que las comunidades locales pueden desempeñar un gran papel en la protección de la naturaleza y la lucha contra el cambio climático", afirmó Forno. "Están muy motivados".

¿Por qué? Porque vivir tan cerca de la naturaleza significa que las comunidades amazónicas dependen de ella para su subsistencia y sienten el impacto cuando se destruye, dijo Forno refiriéndose al aumento de las inundaciones y los deslizamientos que se han visto exacerbados por la deforestación.

Las áreas protegidas no sólo pueden ayudar a las comunidades a prevenir y recuperarse de los desastres provocados por el clima, sino que también contribuyen a conservar la fauna de la zona, incluido el oso de anteojos, la única especie de oso de Sudamérica en peligro de extinción. Y mantienen los servicios ecosistémicos que la naturaleza proporciona a las comunidades.

Por ejemplo, los bosques que rodean Alto Beni proporcionan agua dulce y mantienen polinizadores esenciales para la producción de cacao de la comunidad, una fuente de ingresos para muchas familias. En la vecina localidad de Teoponte, una nueva zona protegida funciona como corredor de conservación, conectando los bosques de piedemonte andino

Históricamente, Bolivia ha tenido una de las tasas de deforestación per cápita más altas del mundo, dijo Forno. Sólo en 2021, perdió más de 550.000 hectáreas (1,4 millones de acres) de bosque, una superficie casi del tamaño de Delaware (un estado del Atlántico de Estados Unidos).

Según Forno, para invertir esta tendencia se necesitan alianzas sólidas con los pueblos indígenas, las comunidades locales, los gobiernos locales y nacionales. Junto con el gobierno nacional, su equipo ha ayudado a crear una red entre los municipios bolivianos con áreas protegidas para compartir conocimientos y crear asociaciones. También han contribuido a elaborar el primer Atlas de Áreas Protegidas Municipales.

"La colaboración entre las comunidades es alentadora", declaró Forno. "Están asumiendo un papel de liderazgo en la protección de sus increíbles recursos para las generaciones venideras - e inspirando a otros a unirse".

Escrito por: Mary Kate McCoy