Conoce a una científica: la aficionada a la pesca

© CI/photo by Edgardo Ochoa

Ana Gloria Guzmán-Mora es la directora ejecutiva del programa de Conservación Internacional en Costa Rica donde trabaja con las comunidades locales y los gobiernos para ayudarles a cumplir sus objetivos de protección del planeta.  

Hablamos con Guzmán-Mora sobre su encuentro con el pez más grande del planeta, las comunidades que le dan esperanza al futuro de la Tierra y las recompensas ilimitadas que se obtienen al asumir riesgos. 

Pregunta: ¿Qué despertó tu pasión por la conservación de los océanos?

Respuesta: Al haber crecido en Costa Rica, he estado rodeada de naturaleza toda mi vida. De niña, pasaba la mayor parte del tiempo subiendo a los árboles y escuchando a los pájaros en la capital de Costa Rica, San José. Pero algunos de mis recuerdos favoritos de la infancia son los viajes de verano de mi familia a la costa. El océano me parecía un mundo increíble y misterioso, lleno de vida y energía. Me gustaba tanto que deseaba poder respirar bajo el agua.

Cuando empecé la universidad, decidí estudiar biología para aprender todo lo posible sobre la naturaleza, desde la botánica hasta la genética. Este abanico de conocimientos ha sido increíblemente valioso durante mi carrera en el ámbito de la conservación porque me ha ayudado a entender cómo está conectada cada parte de un ecosistema. Pero incluso cuando exploraba diferentes partes de la naturaleza, todos los caminos me llevaban de vuelta al océano, así que continué con mi maestría en ciencias marinas.

P: ¿Tienes un pez favorito? 

R: Por supuesto, y resulta que es el pez más grande del océano: el tiburón ballena. La primera vez que vi a este gentil gigante, estaba buceando en la Isla del Coco, al suroeste de Costa Rica, y grité de alegría, a pesar de estar bajo el agua con todo mi equipo. Nadan tan tranquilamente, sin esfuerzo, sin resistencia. Para mí, esto es lo que parece ser la libertad. 

También me interesa mucho cómo interactúan los humanos con los peces. Durante mi programa de maestría, pasé un año trabajando con comunidades pesqueras de toda Costa Rica para ayudarles a gestionar sus pesquerías de forma sostenible, sin agotar el océano. Aunque la investigación era mi principal objetivo, también asistí a muchas reuniones del gobierno local con los pescadores. Me convertí en su defensora, comunicando los objetivos de las comunidades pesqueras en materia de ciencia, política y conservación. Por supuesto, me sigue gustando estudiar los peces y otras formas de vida marina, pero este trabajo me ayudó a darme cuenta de lo importante que es la conservación para el bienestar de la humanidad. 

P: ¿Cómo es tu día a día ahora? 

R: Cada día es diferente. Antes de la pandemia, visitaba con frecuencia nuestros lugares de conservación en toda Costa Rica y trabajaba con las comunidades para ayudarles a proteger y restaurar la naturaleza de la que dependen, desde los manglares de la isla de Chira, en la costa del Pacífico del país, hasta las pesquerías de las provincias de Paquera y Tambor, en la península de Nicoya, en el oeste. Nuestros proyectos consisten en conseguir que la población local se involucre en la conservación, identificando sus prioridades y garantizando que los proyectos se construyan teniendo en cuenta su visión y sus necesidades. Nuestros proyectos vinculan las iniciativas de conservación, como la restauración de manglares con las oportunidades de desarrollar medios de vida sostenibles. Uno de los elementos clave de cada proyecto es el apoyo a la población local, que es nuestro principal aliado para la conservación.

Las comunidades pesqueras son vulnerables a los cambios medioambientales y económicos, y a menudo carecen de la infraestructura sanitaria necesaria para protegerse de la propagación de enfermedades y de las infecciones. Durante la pandemia de COVID-19, Conservación Internacional se apartó de algunas de nuestras actividades habituales. He pasado la mayor parte de mi tiempo coordinando nuestros esfuerzos para proporcionar apoyo, alimentos y equipos de protección a las comunidades con las que trabajamos en Costa Rica.También pusimos en marcha una campaña conjunta con la Autoridad Nacional de Pesca para incentivar a los costarricenses a comprar pescado y productos marinos de las comunidades locales y realizamos una rápida evaluación para conectar a los pescadores locales con los mercados y minoristas más cercanos a sus comunidades.   

P: ¿Puedes contarme un poco más sobre algunas de estas comunidades? 

R: La mayoría de las comunidades con las que trabajo tienen una profunda conexión con el medio ambiente, lo que significa que están viendo de primera mano lo rápido que están cambiando los ecosistemas. 

Por ejemplo, en la isla de Chira, los pescadores más veteranos nos contaron que antes era normal que vieran una gran variedad de vida marina -como tiburones y tortugas marinas- en cada salida de pesca. Sin embargo, la contaminación, la expansión agrícola, la degradación de los humedales y el cambio climático han deteriorado los ecosistemas marinos de la región, y sus costas están ahora casi desprovistas de vida, con poblaciones de peces que disminuyen rápidamente.

Pero no se rinden: la mayoría de las comunidades están decididas a proteger y restaurar la naturaleza para dejar algo a la siguiente generación. Estas personas son la parte más crucial de nuestros proyectos de conservación, y su pasión me impulsa a hacerlo mejor. Por ejemplo, estamos trabajando con cinco comunidades locales en el Golfo de Nicoya, en el oeste de Costa Rica, para mejorar la gestión de la pesca costera. Al colaborar y practicar técnicas de pesca sostenibles, estas comunidades se han convertido en un elemento esencial para establecer asociaciones con minoristas locales y nacionales. Esto les está ayudando a llegar a mercados más amplios y a conseguir precios más altos por su pescado. 

P: Eres la directora de país más joven de Conservación Internacional. ¿Qué consejo darías a las mujeres que se embarcan en carreras de conservación?

R: No tengan miedo. La ciencia pesquera es un campo dominado por los hombres. A las mujeres se les dice, o a menudo sienten, que no es el lugar adecuado para ellas, pero eso es un gran error. Yo me atreví a dar el salto y valió la pena.  Si sientes pasión por algo, ve a por ello, incluso si tienes miedo o dudas. Cuando me arriesgué a lo largo de mi carrera, no me di cuenta de que me estaban llevando al trabajo de mis sueños en la conservación de los océanos. Se trata de asumir riesgos. Cree en ti misma y estate abierta a aprender de toda una serie de personas a lo largo del camino, desde mentores hasta comunidades locales. Eso te convertirá en mejor conservacionista y persona. Cada vez que dudo en asumir un riesgo, recuerdo mi legado. Vengo de mujeres fuertes que lucharon contra los estereotipos de sus generaciones. Ellas me dieron estas oportunidades, y no pienso dejarlas pasar.

Kiley Price es redactora y editora de noticias en Conservación Internacional. Este contenido ha sido traducido por Dalva Tello.